Muchas personas piensan del día de gracias como una maravillosa celebración, que les permite tener un largo fin de semana disfrutando de una suculenta cena. O tal vez, piensan que el día de acción de gracias es simplemente el principio de las celebraciones navideñas.
¿Cuál es el verdadero significado del día de acción de gracias?
Podemos rastrear esta histórica tradición cristiana de los Estados Unidos, desde el año 1623. En noviembre de 1623, después de recolectar la cosecha, el gobernador de la colonia de peregrinos “Plymouth Plantation” en Plymouth, Ma., declaro: Todos ustedes, peregrinos, con sus esposas e hijos, congréguense en la casa comunal, en la colina… para escuchar al pastor, y dar gracias a Dios todo poderoso por todas sus bendiciones.”
Este es el origen de nuestra celebración anual del día de acción de gracias. En los años siguientes, el congreso de los Estados Unidos proclamo en varias ocasiones el día de acción de gracias al todo poderoso. Finalmente 1 de noviembre de 1777 fue oficialmente declarado como día feriado.
De nuevo, el 11 de enero de 1795, el primer presidente, George Washington, escribió su famosa proclamación de acción de gracias, en la cual el dice que es… “nuestro deber como personas con reverente devoción y agradecimiento, reconocer nuestras obligaciones al Dios todopoderoso, e implorarle que nos siga prosperando y confirmando las muchas bendiciones que de El experimentamos…”
El jueves, 19 de febrero de 1795, George Washington aparto así ese día como el día nacional de acción de gracias.
Aunque la nación celebra el día de acción de gracias, en varias formas muy significantes se ha olvidado de Dios. Olvido y orgullo casi siempre han sido problemas para esta nación.
En Marzo 30 del 1863, el presidente Lincoln le dijo a la nación: “Ha sido anunciado en las Sagradas Escrituras y confirmado a través de la historia, que aquellas naciones que tienen al Señor como su Dios, son bendecidas. Nosotros hemos recibido los mejores lugares de la gloria. Nosotros hemos preservado a través de muchos años la paz y prosperidad, hemos crecido en número, salud y poderío más que ninguna otra nación. Pero nosotros nos hemos olvidado de Dios. Nos hemos olvidado de la mano que nos preserva en paz, nos multiplica, enriquece y fortalece. Vanamente nos hemos imaginado que todas estas cosas las hemos alcanzado por nuestros propios esfuerzos y nuestras propias virtudes. Yo exhorto que todos nos humillemos e inclinemos nuestros rostros ante el Todopoderoso a quien hemos ofendido, y confesemos nuestros pecados nacionales, y oremos por clemencia y perdón. Me ha parecido, apropiado que Dios sea solemne, reverente y agradecidamente reconocido.”
En este día de acción de gracias hagamos nuestras estas palabras de Abraham Lincoln. Demos gracias a Dios por nuestra prosperidad, y nunca caigamos en el error de pensar que lo que poseemos lo hemos logrado por nuestros propios esfuerzos y voluntad. Si no que todo se lo debemos a ese Ser Supremo que tiene autoridad sobre todas las cosas.
En este día de acción de gracias sentemosno a nuestra mesa no solamente para celebrar una sabrosa comida, sino para celebrar la unidad en la familia. Para celebrar el hecho de que nos tenemos unos a otros. Solamente medita en el hecho que en este día mientras tu estas sentado a la mesa dando gracias a Dios, en otras partes del mundo cantidades de personas están muriendo de hambre. Nuestra nación y todos nosotros debemos recordarnos que es por la gracia de Dios que nosotros caminamos.
El día de acción de gracias es el día en que tú debes separar tiempo para reflexionar en lo que Dios te ha dado, no en lo que habrás de recibir en el futuro. Si tú tienes buena salud, buena fe y buenos amigos, entonces tú eres bendecido entre los hombres y mujeres. Si tu constantemente estas preocupado acerca de lo que te va a traer el día de mañana, entonces tu vas a correr el riesgo de no apreciar en pleno lo que Dios tiene para ti hoy. Piensa en todas las cosas nuestra nación ha sido librada—grandes terremotos, grandes epidemias, hambre. Piensa de todas las tragedias que tu familia ha sido librada, todas las cosas buenas que tu has recibido y otros no. Piensa, como persona joven, toda la salud, la mente, los buenos padres con los cuales tú has sido bendecido. ¿No crees que el día de acción de gracias es ideal para dar gracias a Dios, y a tus padres?
Dar gracias debe ser un acto sagrado y espiritual. Debe de hacerse tanto en palabras como en hechos hacia otros. Esta es la ocasión para agradecer a Dios por el don de tu fe. Esta es la ocasión para agradecer a Dios por el regalo de tu familia. Y esta es la ocasión para agradecer a Dios por el regalo de amistad. El fallar en entender esto, es perder la oportunidad de un día que Dios quiere que gocemos, pero que nunca lo tomemos como que lo merecemos.
Para nosotros los cristianos no hay un acontecimiento por el cual debemos de estar más agradecido que el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo en la Cruz del Calvario para la restauración de la comunión entre Dios Padre y su creación.
En este día yo te invito a que medites en ese Dios que te ha dado todas las cosas, que dio a su hijo unigénito para que todo aquel que en el crea no se pierda más tenga vida eterna. Permite que Dios sea el eje en el cual gire tu vida.
En este día yo te invito a participar de su Cena, en memoria de El.
Oremos: Gracias, Señor, por este charco lleno de cielo que sale a nuestro paso para llenar el corazón con su belleza. Gracias por el pan que nos das para aplacar el hambre. Por la risa del niño que se vuelve caricia. Por el mar y la nube. Por el don de sentir a plenitud la vida.
Gracias por cada hora, aun cuando no todas sean iguales de buenas. Gracias por el valor de la mariposa que enciende sin conciencia de su milagro, un pabilo de ensueños. Gracias, Señor, por los espejos maravillosos del mirar de nuestros padres y nuestras mentes. Por la amistad que prolonga ese sereno privilegio de ser hermanos.
Gracias por la lluvia fuerte, por la llovizna bienhechora, por haber puesto trinos y alas en las ramas. Gracias por cada gota de roció y por el arcoíris y por el árbol que madruga su jubilo en el fruto.
Gracias, Señor, por el ayer que se prendió al recuerdo. Por el hoy que vivimos y por el mañana que nos espera con sus brazos repletos de misterio. Gracias, a través de mis labios, desde mi alma, en nombre de aquellos que se olvidaron de dártelas, en nombre de los que somos y los que seremos. Gracias por toda la eternidad. Amen.
Rev. Alfonso Díaz